Influencia de la dopamina y la serotonina.
La dopamina y la serotonina son neurotransmisores, es decir, moléculas bioquímicas que permiten la comunicación dentro del sistema nervioso, en otras palabras, son mensajeros del sistema nervioso.
Dopamina
Se sabe que la dopamina influye directamente en el comportamiento.
Refuerza las acciones normalmente beneficiosas, como comer un alimento saludable, provocando la sensación de placer, que activa el sistema de recompensa/refuerzo.
En términos más generales, desempeña un papel en la motivación y la asunción de riesgos en todos los mamíferos, incluido el ser humano.
Esta molécula también está implicada en ciertos placeres abstractos, como el que se experimenta al escuchar música.
Se ha demostrado que la dopamina está presente en la primera sinapsis de la vía auditiva, modulando todos los procesos responsables de la percepción del sonido.
Serotonina
La serotonina es sintetizada por ciertas neuronas a partir de un aminoácido, el triptófano, que forma parte de la composición de las proteínas alimentarias. Algunos la consideran la “hormona de la felicidad” por sus importantes efectos sobre el estado de ánimo. Se ha demostrado que las personas que sufren depresión tienen niveles de serotonina inferiores a la media.
Su actividad se inicia en el cerebro y allí desempeña un papel fundamental. Por tanto, interviene en la gestión del estado de ánimo y se asocia a la felicidad cuando se encuentra en un nivel equilibrado, reduciendo la asunción de riesgos y animando al individuo a mantener una situación favorable.
Dado que la serotonina sirve para inhibir muchas zonas del cerebro, estas mismas zonas se “desinhiben” cuando hay una cantidad demasiado baja, lo que puede llevar a asumir riesgos imprudentes, por ejemplo.
La serotonina actúa en el sistema nervioso central calmando y contrarrestando los efectos de la dopamina, que en cambio promueve la asunción de riesgos y la activación del sistema de recompensas.
Dopamina, serotonina y tinnitus
Los neurocientíficos Josef Rauschecker y Markus Ploner han descrito, junto con colegas de la Universidad de Georgetown (EE.UU.) y la Universidad Técnica de Múnich (Alemania), cómo los mecanismos neuronales que normalmente actúan como barrera y controlan las señales de dolor y ruido pueden volverse disfuncionales, lo que conduce a la percepción crónica de estas sensaciones.
Estos sistemas de control de señales dependen de la transmisión de dopamina y serotonina entre neuronas, y varias zonas del cerebro son responsables de estas sensaciones defectuosas.
El tinnitus puede aparecer después de que los oídos hayan sido dañados por un ruido fuerte, pero incluso después de que los oídos hayan vuelto a la normalidad, el cerebro sigue “oyendo” un zumbido u otra forma de ruido. Del mismo modo, el dolor crónico puede surgir de una lesión que se cura externamente, pero que persiste en el cerebro.
Estas sensaciones, a menudo denominadas “fantasmas”, son reales, producidas por el cerebro que sigue “sintiendo” la lesión original, sin conseguir regular las sensaciones, según Rauschecker.
La plasticidad cerebral, es decir, la capacidad de los circuitos neuronales del cerebro para cambiar, en una u otra dirección, también permite esperar una restauración, al menos parcial, del estado inicial.
Dado que estos sistemas de control de señales dependen de la transmisión de dopamina y serotonina entre las neuronas, los fármacos que modulan la dopamina podrían ayudar a restaurar el filtrado sensorial y, por tanto, a reducir la experiencia del tinnitus o el dolor.
Otros problemas que suelen darse en “sintonía” con el tinnitus y el dolor crónico son la depresión y la ansiedad, que también están moduladas por las mismas zonas del cerebro.
Algunas de estas personas pueden ser tratadas con inhibidores selectivos de la serotonina (ISR), que actúan aumentando los niveles cerebrales de serotonina. Por tanto, potencian los efectos de la serotonina en el cerebro.
Según un estudio publicado en agosto de 2017 por investigadores de la Oregon Health & Science University en la revista especializada Cell Report, este tipo de antidepresivos podría empeorar el tinnitus subjetivo.
El problema es que, según los investigadores estadounidenses, las neuronas del núcleo coclear dorsal (una zona del cerebro directamente relacionada con los oídos) se ‘excitan’ por la amplificación de la acción de la serotonina. Bajo la acción de los antidepresivos IRS, estas neuronas se vuelven hipersensibles a los estímulos externos… lo que tiene como efecto secundario el agravamiento del acúfeno subjetivo en los pacientes afectados.
Es bueno saberlo.